Con tan solo con dos piezas, Origami puede combinarse y dar lugar a innumerables composiciones personalizadas para interiores y exteriores. Si quieres disfrutar de algunas de las infinitas creaciones y aplicaciones de este diseño en múltiples espacios, te invitamos a seguir leyendo.

Sobre una pared junto a una escalera, dos módulos constituyen la primera parte de una instalación ascendente que, dejando libre un espacio en la pared, culmina en otra composición, integrada por tres piezas. Esta instalación de Origami en dos tramos y en sentido ascendente representa las dos secciones de la escalera y evoca una brillante constelación en el cielo nocturno.

Instalada también junto a una escalera, Origami ofrece una nueva presentación: unidos entre sí, cuatro módulos de formas cúbicas trazan un arco ascendente para equilibrar visualmente las líneas rectas e ininterrumpidas de la escalera. Con una paleta de grises armónica con el hormigón circundante, se adapta a la perfección a la arquitectura del espacio.

En el centro de una pared exterior bordeada por una pasarela, una Origami de dos módulos encajados viste la superficie, aportándole un atrevido toque artístico y generando un fascinante juego de luces y sombras que atrae todas las miradas.

Como una joya brillando sobre el sofá de un salón minimalista, las formas cúbicas, facetadas y geométricas de Origami recorren la pared en una instalación de gran formato que se ramifica en sentido ascendente y transversal, creando distintos ángulos y confiriendo al espacio un aire tan estructural como orgánico.

Origami también ocupa un lugar privilegiado junto a una piscina. A modo de magnífica pieza de arte mural, una gran instalación serpentea por una pared exterior. Esta configuración expansiva transmite libertad y movimiento, contrarrestando el contorno rectangular de la piscina y el techo voladizo.