Francesc Rifé nació en Sant Sadurní d’Anoia, la cuna del cava, en el seno de una familia de carpinteros y fabricantes de muebles, lo que explicaría su pasión por todo lo relacionado con el diseño desde muy temprana edad.
Aunando sus múltiples intereses —la arquitectura, el diseño industrial, el diseño gráfico y la dirección de arte—, en 1994 fundó el estudio pluridisciplinar que lleva en su nombre y en el que desarrolla un trabajo racional, preciso y conmovedor, que incluye proyectos a pequeña y a gran escala, ampliamente publicados y premiados a nivel internacional. Su colaboración en la sala de exposiciones de Vibia ilustra a la perfección su enfoque conceptual y la sensualidad de sus diseños.
¿Cuándo tuviste claro que querías ser diseñador?
Crecí en una familia dedicada a la carpintería y al negocio del mueble, así que el diseño es algo que siempre ha estado ahí. Supongo que fue a medida que profundizaba, al descubrir la obra de grandes maestros minimalistas, que empecé a desarrollar una gran pasión por la profesión.
¿Cómo describirías tu estética?
Detallada, racional, creo en el orden y en la simplicidad. Ya hay demasiada complejidad innecesaria en el mundo.
La “nueva normalidad” nos ha obligado a repensar y reimaginar espacios. ¿En qué se traduce esto?
Se está queriendo redefinir todo, pero lo realmente importante a la hora de enfrentarse a los nuevos espacios es poner en orden el desorden.
¿Crees que los cambios del último año y medio hayan afectado tanto a proyectos de espacios residenciales como de trabajo?
Hemos aprendido que necesitamos más espacios al aire libre, más vegetación, más mobiliario multifuncional, impulsar el bienestar, planificar bien los espacios.
¿Como ha cambiado la forma de dirigirse a los clientes?
Con los clientes extranjeros nos hemos visto obligados a interactuar mucho más de forma digital. Para bien o para mal, ahora no tengo que subirme a un avión para revisar pequeños detalles de obra en China o Uruguay, trabajamos más con imágenes y vídeos del proceso.
¿Y la iluminación? ¿Qué papel juega la luz en todo esto?
La luz es uno de los ingredientes fundamentales a la hora de transformar los espacios y nos ha ayudado mucho a conseguir un impacto positivo en la atmósfera de los proyectos. La necesitamos para emocionar, incluso para provocar ciertos sentimientos o estados de ánimo.
¿Crees que las marcas se están adecuando a la nueva normalidad?
Tengo la sensación de que han aprendido a crear menos pero mejor.
De los próximos proyectos, ¿cuál te entusiasma más?
Por suerte, siento que aún vivo mi trabajo con la fascinación de un niño. Me emociona desde el hotel de 300 habitaciones que estamos desarrollando en Monterrey a un minúsculo apartamento en el barrio de Galvany en Barcelona. Todo es interesante si hay un concepto sólido detrás, y más aún si el proyecto tiene un pasado al que pueda aferrarme.
¿Una lección de diseño o de vida importante que hayas aprendido hasta la actualidad?
Siempre hablo de los artistas monocromo, que con un solo color tienen que conseguir transmitir muchas cosas. En diseño no puede ser exactamente igual porque siempre son necesarios más ingredientes prácticos, pero para mí el gran ejercicio de diseño es el de simplificar lo máximo posible para conseguir que la esencia de un espacio o producto sea legible.
Créditos:
– Fotografía: Javier Marquez, David Zarzoso & Fernando Alda
